Los objetos de amor
Sección Teatro - Revista Llegás
Teatro - Notas

Los objetos de amor

Basada en una historia real, Cabecita de papel maché, interpretada por Román Lamas, narra la historia de un ventrílocuo quien mantiene un vínculo muy cercano con su títere.

17 de mayo de 2023

Un matrimonio que no está en su mejor momento. Ella intenta salir adelante con la cocina, él es artista un tanto nómade. Se lee cierta decadencia en la vida de ambos. Sin embargo, el corte se produce en un momento en el que Tony está por salir de gira con su creación: Luli, una títiritera, bastante seductora y bastante títere a la vez. Él es el que la maneja y el que le pone voz. Dora la cela y la imita. ¿Cómo se llega a ese lugar? ¿y cómo se sale? Eso no lo sabemos, sí sabemos cómo transitan Cabecita de papel maché: a través del humor.  

Conversamos con Román Lamas, un excelente actor titiritero, que no solo actúa de Tony sino que además manipula a Luli, el títere del que Tony está enamorado.   

¿Cómo te vinculás con esta obra? 

-La obra surgió a partir de un casting que hizo Gabriela Romeo durante la pandemia: pedía un actor con determinadas características, en ese contexto yo tenía mucho tiempo libre y me decidí a participar de la convocatoria. Me respondió que el cupo para esa obra para la que me presenté ya estaba cubierto, pero tenía una propuesta para otra obra. Cuando la leímos junto con Mara Mantelli mi compañera de vida, nos empezamos a morir de risa. Por lo absurdo del relato. Entonces le dijimos que sí.  

¿Estaba pensada, de entrada, para hacerse con un títere? 

-Sí, está basada en un hecho real, la historia de un ventrílocuo que tiene una relación sumamente estrecha con su títere. Es un títere-mujer y él se relaciona de manera afectiva con ese títere. Aparecía en los programas de televisión de su época: lo sumaban en mesas de debate y opinaba un psicólogo; ahí decían que si había hombres que trataban a las mujeres como objetos por qué no podía haber un hombre que tratara a un objeto como si fuera una mujer, nada malo. A mí me pareció fantástico que ese nivel de relación pudiera estar plasmado en una obra de teatro. Los objetos que tenemos, que nos rodean, muchas veces están cargados de manera afectiva. Qué es lo que significa para uno el auto, la ropa, el celu… objetos a los que se le imprime esa carga afectiva. 

Y en relación con la historia que se cuenta ¿qué es lo que significa para vos ese títere? ¿lo realizaste vos? 

-Para mí, Luli es el personaje principal de la obra, el detonante de todo lo que están pasando Tony y Dora. Cuando iniciamos los ensayos empezamos a discutir eso con Claudio Martínez Bel, con Mara y con Mirna Cabrera, Luli es el catalizador de la obra, todo gira en torno suyo.  Tony y Dora se aman, pero están muy perdidos, no saben cómo sentarse a hablar.  

El títere tuve la posibilidad de realizarlo después de muchos errores, de muchas idas y vueltas. Primero hubo otra realización, pero dimos en la tecla con éste. Creo que sintetiza todo lo que desea Tony y, la a la vez, todas sus frustraciones. 

¿Hubo dirección en torno a la manipulación? 

-Sí, con Claudio, pero sobre todo Mirna se encargó más de esa parte. Después empezaron a pasar cosas en los ensayos. Tengo una anécdota de Claudio hablándole más a Luli que a mí, porque ella blanqueaba toda la situación. Yo estaba estudiando las dos letras y me olvidaba. Luli me increpaba diciendo “Te olvidaste la letra”. Desde ahí se construía una arquitectura de comunicación, junto con Mara depositábamos toda la impunidad en Luli. Es maravilloso eso.  

Hubo muchas horas de dirección, ver cuál era la mirada, cómo encontrar lo esencial en lo expresivo. 

¿Cómo trabajaste en el escenario esa idea de enamorarse de una creación? 

-Generalmente uno pone una carga afectiva en una realización sino no tendría sentido, pero de ahí a tener un amor enfermizo... Las creaciones yo las trato como tales. Tienen un fin, son un instrumento para expresar algo, ése es mi pensamiento aunque acá me toca un trabajo un poco   esquizofrénico: soy yo con otro personaje. Me parece que esta obra lo que trae es la falta de comunicación de dos personas que se aman y  la imposibilidad del acercamiento. 

Fijate que Dora prueba de todo para volver a estar con Tony, de ahí salta a lo absurdo, a lo ridículo. Un matrimonio puede arruinarse por no estar atentos a los mensajes entre ambos. 

¿Cómo percibís el humor que propone la obra? 

-Con respecto a eso, creo que es clave para el humor de ese relato la época en la que está situado, en los sesenta. Una comedia blanca, eso remarcó muy bien Claudio. El pase es más delicado, no es soez, por eso nos da la posibilidad de jugar en distintos niveles. Somos muy cuidadosos con este tipo de humor.  

Creo que, con Mara, nos llamó mucho la atención de este absurdo, de la situación de cómo se comunicaban estos dos seres, qué deposita Tony en Luli que no puede comunicarle a Dora. En realidad, sí se lo comunica pero de manera indirecta. Porque es el mismo Tony el que le envía los mensajes. Y Dora no lo puede ver. Ve a Luli como una competencia. En lugar de decirse sentémonos y hablemos, comparte el código que propone él y ahí empieza lo absurdo y toda esa sarta de pavadas que se mandan uno a otro. 

No te pregunté en qué se basaron para la construcción del títere.  

Nos basamos en esa época de la década del 60, el auge de los programas de televisión de los ventrílocuos nacionales, pero me basé más en lo que es el muppet, el títere de boca donde yo me siento más cómodo; no me siento tan cómodo con el sistema de gatillo que tiene el ventriloquismo porque ya son otra cosa, otro tipo de construcción. Si bien esta fue bien compleja quisimos darle un giro con una estética particular. Me hice cargo de la realización final porque pesaba más el prototipo que el títere final que estábamos pidiendo y cuando lo vimos armado dijimos, “No da”. Y en dos meses lo realicé teniendo en cuenta ciertas cosas:  peso, utilidad, el tamaño…el otro se había ido de escala. Pero hubo un concepto que primó: el de títere puro muy tirado al títere tradicional, sexy pero grotesco. 

¿Cuál es el lugar del humor para vos como actor? 

-El humor para mí es novedoso porque pocas veces me metí en teatro para adultos en esta cuerda humorística y la ayuda de Claudio, de su técnica y su sapiencia con respecto al clown a mí me viene bárbaro. No estoy acostumbrado a transitar este camino y junto con Mara que es una bestia, una maravilla de compañera, lo logramos. Esto de reírse a partir de transitar esa parte de idiotez humana, el humor que se camina en esta obra es muy sutil ¿De qué se están riendo? ¿de un tipo que está manejando un títere y que está enamorado de ese títere? Y lo que hace la otra parte no es combatirlo sino irse sumando de a poco, es muy loco eso. Pero me pareció fantástico revisitar en esta época una obra de estas características.  

Yo creo que es una obra necesaria. Al menos para mí, en este momento que estoy pasando en mi vida artística es muy necesaria.  Estoy rodeado de gente muy talentosa: Claudio Martínez Bel, Mirna Cabrera, Adri Yasky, la productora, la vestuarista, Silvia Cortés, hasta mi hija hizo el render  de la escenografía. Todo fue hecho de manera artesanal. La pensamos como una obra de posguerra, que puede hacerse hasta en una casa. Ese ingrediente de lo artesanal para mí la eleva. La obra está excelentemente escrita, tiene esos pases de comedia muy elegantes. Siempre de parte de Gabriela Romeo hubo mucha generosidad si había que cambiar algo, tuvimos su visto bueno para que la obra circule. Para mí es una obra plena. Totalmente recomendable si no la hiciera yo y la viera por ahí, la recomendaría.  No se la pierdan. 

Por Mónica Berman 

BECKETT TEATRO 
Guardia Vieja 3556  
Jueves - 21:00 hs - Hasta el 04/05/2023 

Cabecita de papel maché. 

Texto: Gabriela Romeo 

Intérpretes: Román Lamas, Mara Mantelli 

Realización de títeres: Román Lamas 

Dirección de títeres: Mirna Cabrera, Claudio Martinez Bel 

Dirección general: Claudio Martinez Bel 

Monica Berman Autor
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