Critica invitada: Ana Alvarado
Sección Teatro - Revista Llegás
Teatro

Critica invitada: Ana Alvarado

Eva Furiosa los jueves a las 20:30hs en Teatro El Extranjero

5 de julio de 2022

Leí esta obra en pandemia, leer obras dramáticas fue una de mis tareas principales durante parte del 2020 y del 2021, y es siempre una ocupación interesante para ver qué está pasando por las cabecitas teatreras, más allá de lo legitimado y habitual en nuestro medio. Me reí mucho con esta pieza. Me pareció muy ingeniosa. Es una obra escrita por una mujer con un pensamiento sólido sobre el lugar femenino en el orden patriarcal y que se mete en el corazón de este meollo con mucha inteligencia.

Eva y la Serpiente sobreviven al fin del mundo creado por Dios. Adán quizás también pero ahora no está. Siempre ausente. Dios está pensando en volver a crear al mundo, pero Eva lo interpela, lo provoca de mil maneras y se niega a repetir el génesis en el mismo rol, la Serpiente opina lo mismo, ella sabe que cada tanto hay que mudar la piel y renacer. Eva es consciente de la necesidad de no repetir la cadena de violencia, hambre y desigualdad entre hombres y mujeres. La humanidad que se inició con sus hijos, Caín y Abel y con el desprecio original, ya no existe más. Ella no tiene por qué volver a maternar. Hay que iniciar una nueva historia. Amén.

La puesta en escena muestra a Eva y al árbol de manzanas, aparentemente el único árbol sobreviviente, sumergidos en un mar de plásticos, de bolsas que fueron, finalmente, las causantes de la destrucción medioambiental. Eva no tiene cara de estampita ni de ilustración de libro “de religión”. Es una mujer “arrabalera” dice la autora, la encarna Olave Mendoza, que, no en vano, porta ese nombre tan singular, es una actriz muy intensa, provocadora y divertida. Esta Eva es sabia y rústica, es absolutamente “originaria” es nada menos que Eva, la primera, la que nació del barro y la costilla y conoce a la naturaleza desde sus inicios. En la bella puesta de Sol Bonelli, abundan el blanco y las transparencias, sólo la fruta prohibida se destaca todavía por su rojo sensual. El blanco emerge de la cámara negra como una escena primigenia mientras la humanidad se revisa y se cuenta a sí misma en un cuidadoso mundo sonoro. Su actriz se muestra, se ríe, se retuerce, se calienta y baila con su compañera, la serpiente. En su islote cubierto de plástico, escucha las voces de la humanidad como lo hizo por los siglos de los siglos. Discute con Jehová de igual a igual y se burla de Adán.

¿Por qué hay que ir a ver esta obra? Porque está bien escrita, bien dirigida, bien actuada, con un dispositivo escénico bello y no hay por qué pedirle al teatro nada más, pero además porque se anima a pensar que cambiar algo es barajar y dar de nuevo. Volver al origen y reformular todo. También en el teatro. Estas autoras, como Sol Bonelli, están contando nuevas historias e investigando nuevas formas para la dramaturgia. No se trata de crear obra “sólo para chicas”, sino de escribir pensando en nuevos tiempos para todxs.

Por Ana Alvarado

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