En primera persona: Teatro del pasillo
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En primera persona: Teatro del pasillo

El Teatro el Pasillo cumple 25 años y Silvia Copello nos cuenta su recorrido para abrir este hermoso teatro en el barrio de Almagro.

2 de diciembre de 2021

Cuerpo, corazón y alma

El verano del 95 al 96 fue de búsqueda, anduve tratando de encontrar un lugar donde soñar un teatro, buscaba por el Abasto pero se venía el shopping y los precios se habían disparado.

Mi presupuesto era del estilo reducido y debía ajustarme a mi realidad, no iba a ser un teatro de grandes dimensiones, pero lo quería mío en cuerpo y alma, lejos de las subas de alquileres, llegué a Colombres 35, corazón de Almagro y el mío supo lo que era latir, tomé una tiza y en el piso dibujé los espacios.

A partir de ahí la era de los volquetes, todo salía de esa fuente inagotable de sueños, espejos de camarín, de baños, luces del hall, soñaba con un espacio con mesas, llegaron las sillas pero heridas y se abrió un hospital de sillas recogidas en la calle, debo confesar que el tema terminó siendo adictivo: amigos donando telas, amigo electricista que estudió y se matriculó mientras pasaba cables en el Pasillo.

Un deseo irrefrenable de un teatro para todos, ensayábamos en medio de la mezcladora y las bolsas de cemento, el barrio estaba feliz y nosotros felices con el barrio.

Fue el 3 de septiembre de 1996 que el Pasillo abrió sus puertas y ahí llegaron otros soñadores y como en nuestros juegos infantiles, cambiamos figuritas y fuimos ganando todos.

Una sala para 90 espectadores, un escenario de 7 x 3.50 con 2 camarines y equipo de luces y sonido para maravillosas puestas.

Hay un hall en la planta baja que se convierte en espacio escénico de acuerdo a las necesidades, es nuestra fantástica caja de pandora, fuimos abriendo talleres acordando con quienes querían abrirlos y con quienes querían asistir. La familia en el teatro, los adultos mayores cruzándose con los más pequeños al terminar sus clases con comentarios imperdibles.

Cuando acabábamos de cumplir 23 años se cerró el mundo y quedamos callados, cuando pudimos algo fue para regar las plantas y prender las consolas para que no se estropearan por la falta de uso.

Aprendimos lo bueno del streaming y filmábamos rincones del Pasillo para publicar en las redes y mantenerlo vivo.

Hasta que un día volvimos, encharcados en alcohol en gel y ahí estamos reinventándonos nuevamente.

Se ensaya, se proyecta, se comparte, se estrenan autores nacionales, se viene el tiempo de clowns, épocas de títeres y por siempre refugio de narradores, el Pasillo es un caleidoscopio misterioso y lleno de colores, siempre listo a un movimiento que nos lleve a descubrir otra visión de la realidad.

Silvia Copello

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