Llegas interiores: Alberto Rojas Apel
Sección Teatro - Revista Llegás
Teatro - Notas

Llegas interiores: Alberto Rojas Apel

Espero no olvidarme que el tiempo existe

7 de junio de 2021

¿Qué pasó puertas adentro cuando un día de marzo de 2020 empezó un confinamiento que, aún con fuertes transformaciones a lo largo de este año y medio, de alguna manera continúa presente hasta el día de hoy?

Llegás presenta la cuarta entrada de esta serie que busca conocer y compartir más a fondo las intimidades de esta transformación colectiva que todxs atravesamos. Las respuestas de nuestrxs entrevistadxs van revelando vívidos e inquietos universos interiores, que reflexionan, se adaptan, critican o aplauden lo que fue pasando desde entonces hasta ahora. Nuestro invitado de hoy, Alberto Rojas Apel -guionista, dramaturgo, director, actor y docente- nos invita con calidez y humor a su media hora de optimismo y lucidez reflexiva, para que nos adentremos en lo que fue, y sigue siendo, su experiencia personal.

 

Intentando sintetizar, ¿cómo te pegó lo que empezó en 2020?

Antes que nada: no puedo garantizar que lo que responda en cualquiera de estas preguntas siga siendo igual pasada media hora. Desde marzo del 2020 estoy así. Voy, vengo y voy para el otro lado permanentemente. Igual, algo interesante hay en eso. Y, por suerte, justo en este momento creo que estoy en una buena media hora.

Ahora sí. Trato de responder: Todo esto me pegó de sorpresa. Primero era difícil de creer. A veces apocalíptico, a veces festejando cumples por zoom. Costaba entender si era el fin del mundo o una gripe fuerte. De a poco, fueron apareciendo algunas certezas y con eso se pudo construir una cotidianidad más o menos asible. Ni mi familia ni yo nos contagiamos. Nos cuidamos un montón, tratamos de cumplir con todos los protocolos y venimos zafando. Esa buena suerte me hace poder mirar las cosas menos trágicamente.

Cuando comenzó la pandemia, ¿cuánto imaginaste que duraría?

Muchísimo menos. No te digo esos quince días del primer anuncio. Pero un par de meses. Igual creo que esa idea de la duración se me fue haciendo borrosa. Quizás no es un paréntesis y no hay que esperar que el paréntesis cierre, quizás es un cambio de tipografía nomás. Y puede volver a cambiar, y volver a cambiar. Verlo así me interesa más, me hace darle un poco más de valor al presente. Ojo, no digo que no sea una mierda todo esto, lo recontra es, no es que vibro alto ni ninguna de esas pavadas. Nadie quería esto y nadie lo necesitaba. Pero, ahora que lo tenemos, hay que ver qué hacemos, hacia qué dirección elegimos ir. Quedarse puteando al universo, peleándose con todes y dando vueltas en círculo no me copa tanto. Además, ya pasé por esa etapa y me aburrió.

¿Qué cosas buenas -si alguna- le encontraste?

Eso que venía diciendo. Y mientras dure esta media hora. Darle valor al presente. Concentrar un poco la vida. Enfocarme. Siento que tenía muchas ventanas abiertas, demasiadas. No me alcanzaba el tiempo para nada. Y ahora que me quedaron pocas, por todo lo que se cortó, las puedo disfrutar más y mejor. Bajar un cambio. Dedicarme a esas cosas con la mayor plenitud de la que sea capaz. La familia, la casa, la profesión. Siempre me pregunté cómo puede haber gente que viva en zonas de terremotos y que, en vez de irse de ahí, hagan carteles anunciando que en tal o cual curva del camino hay peligro de tsunami. Y con la pandemia se me respondió. El terremoto, el tsunami, el covid, o el zombi, pueden aparecer en cualquier momento: ¿pero qué hacemos mientras tanto? Esa me parece que es la pregunta que ahora hay que responder. Puede sonar medio pedorro (aguante lo pedorro), pero, por ejemplo: yo me puse a hacer mermelada casera. Ni siquiera me llego a dar cuenta si es mucho más rica que la comprada, no va por ese lado. Es más, nunca me gustó la mermelada. Va por el lado simple de que antes no la hacía. Siempre estaba corriendo y apenas me daba el tiempo para ir al Día y comprar una. Y ahora me pongo y la hago. Y me lleva un rato larguísimo (porque me da miedo alejarme de la olla por si se me quema), pero disfruto ponerme una musiquita y revolver. También hago panes, como todo el mundo. Una vez hasta hice volcanes de chocolate y me quedaron increíbles. Espero que, una vez que pase el tsunami, no me olvide de que el tiempo para esas cosas existe.

¿Tuviste cambio de hábitos, cuáles?

Todo se volvió virtual. En mi vida las pantallas ya ocupaban bastante espacio. Soy muy malo para socializar, muy tímido, escritor. No te abrazo ni aunque me llores en la cara. En varios aspectos me cambió poco. Me vino bárbaro no tener que ir más a reuniones, no desplazarme para dar clases, poder trabajar siempre desde mi casa. Esos cambios también espero que queden. Después del covid no sé con qué cara te van a pedir que  cruces la ciudad para tener una reunión de laburo de veinte minutos. De algunas cosas creo que no se va a volver. Igual, las salidas al teatro con cena y birra posterior las extraño. Ahora que lo pienso, la peli en la cama con helado tampoco se queda atrás.

Si conservaste tu trabajo, más allá de si lo hiciste o no desde tu casa, cambió desde entonces tu tarea específica?

Algunos trabajos se me pincharon. Sobre todo los que tenían que ver con el teatro y la actuación. Y lo lamento porque me daban ganas. Pero los que tienen que ver con la escritura y el guión, por suerte, no. Eso se mantuvo y hasta creció. Tuve y sigo teniendo muy buenas experiencias en ese sentido. Ahora podés escribir con gente que está en México, en España y en Los Ángeles, todes juntes en un mismo zoom craneando una serie. Nunca me había pasado algo así, y me gusta. Siento que me hace crecer. Y la docencia también pasó a la modalidad virtual. Con eso no sé bien qué me pasa, creo que, aunque es mucho más cómodo estar en mi casa, me gustaba más estar frente a un grupo. Entiendo y acepto esas limitaciones, y creo que les estudiantes se enganchan y aprenden (lo sabría mejor si se dignaran a prender la bendita cámara, pero bueh, todo no se puede).

¿Vivías económicamente de actuar, dirigir, dar clases y/o derivados de la actividad?

Vivía y vivo de ese tipo de actividades. Como decía antes, algunos ingresos se cortaron, otros nuevos aparecieron.

¿Qué pensás de las salidas que adoptaron la comunidad y las instituciones, al no poder realizar teatro presencial? (Modos híbridos, Concurso Nuestro Teatro del TNA, Transmisiones online, Teatro por Zoom, Whatsapp, Convocatoria multiformato FIBA, Concursos y estímulos al Radioteatro, etc).

Estoy muy a favor de esa reinvención de lo teatral. Vi obras en la compu que no había podido ver en salas. Escribí otras. Dirigí. Actué. Y disfruté de mis colegas haciendo lo mismo. Si algunes no le quieren llamar teatro, está bien, pueden ponerle otro nombre y listo. Obviamente son experiencias distintas, pero son experiencias al fin. Lo importante es que surgieron posibilidades creativas, artísticas y narrativas nuevas y con muchísimo potencial. Y en muy poco tiempo. Con mejores y peores resultados, pero eso es lo que pasa siempre. He visto obras buenas y obras malas tanto presencial como virtualmente. No entiendo mucho a la gente que quiere cerrar caminos.

¿Cuál es tu opinión del teatro como actividad esencial?

“Esencial” es una palabra medio complicada. Entiendo en qué sentido y en qué contexto se la usa. No me cabe duda de que la actividad que cada persona hace es esencial para esa persona, pero está claro que no se refieren a eso cuando los decretos hablan de actividad esencial. Porque si todes somos esenciales, no es esencial nadie. En esta situación horrible en la que estamos me parece que la actividad teatral presencial no es esencial, al menos en esta media hora. Eso no significa que considere que haya que dejar sin ayuda económica o apoyo de algún tipo a los teatristas, son dos cosas diferentes. Yo escribo para teatro, para televisión y para cine. Me encantaría sentirme esencial, pero en medio de este quilombo mundial ni en pedo lo soy. Un médico lo es, una científica lo es, a mí me da vergüenza compararme. El teatro tiene una utilidad social, ritual, reflexiva, de entretenimiento, de dispersión, y un montón de otras cosas importantísimas. Pero la gente, hoy por hoy, necesita curarse, comer, tener un techo y otras cuestiones mucho más urgentes. Y, en mi parecer, realmente esenciales.

¿Qué significa para vos la esencialidad?

Depende mucho del contexto. Si me pongo romántico significa una cosa. Pero esta película es mucho más de cine catástrofe que romántica. Si te estás ahogando, por ejemplo, no es esencial ver un capítulo de una serie. Es esencial que alguien te salve. Ver un capítulo de algo lo podés hacer después, cuando ya te hayas secado y estés en tu casita. También es importante el tiempo como variable. Yo, como artista, puedo entender que primero haya que ayudar a otra gente. Pero si pasa un año y me siguen diciendo “lo tuyo todavía no llegó”, capaz un poco me puedo llegar a enojar.

En términos de cosas a las que le atribuís importancia, ¿la escala de valores se mantuvo igual que en la pre-pandemia, o se alteró? ¿Cómo describirías ese proceso?

Cambió bastante mi escala de valores. Se limpiaron varios ítems. Creo que ahora valoro la mitad de cosas que antes. Cuando nació mi hija sentí algo parecido. Puntos de giro. Frenar y pensar, o frenar y sentir, siempre está bueno. Y, en mi caso, andaba tan apurado que lo hacía muy poco. Suena a que me volví un sabio budista, y no. Igual de boludo pero más tranquilo.

Frente a esta segunda ola, ¿con qué ánimo te encuentra?

Bastante harto. Pero es natural. Y hay que bancársela. No es nada fácil lo que está pasando. Anímicamente creo que estamos en una montaña rusa. Veo una noticia y me alegro, la veo en otro medio y me entristezco. Eso también me pasa. Últimamente me ponen de muy mal humor las redes y la polarización. El fanatismo ciego. A mí me encanta el gris, como color, como concepto, como forma de vida. No le creo nada al blanco ni al negro. Y hoy por hoy, siento que esos extremos son los que están reinando. Me pongo bastante tensito cuando noto que no se está viendo lo blanco en lo negro ni viceversa. Y que la sobre-información siempre viene muy parcial. Cada vez que veo una noticia me pongo a investigar un cachito, cinco minutos lleva, y te podés dar cuenta de variantes y matices que te hacen entender otros costados. Prefiero eso a la opción de andar compartiendo como loco cada cosa que se me cruza y que me reafirma lo que pienso, y andar puteando a quienes comparten lo contrario. Y también, de a poquito, voy mirando menos y enganchándome menos con esas cuestiones.

¿Qué esperás de lo que queda de 2021, con qué cosas nuevas -cotidianas o no tantas- te quedás de las que llegaron en pandemia?

La verdad, no creo que en este año vuelva la vida a la que estábamos acostumbrades. No tendremos eso, pero tendremos otra cosa. Y calculo que habrá que aprender a convivir con eso y hacer mucha mermelada y comer mucho helado en la cama. No nos queda otra opción. O nos queda la opción de entrar en pánico, pero eso ya lo hice y no quiero más. Igual, la vacunación avanza y siento que, como país, se está piloteando esta mierda bastante bien.

Alguna reflexión que quieras agregar, si la hay.

No sé. Y prefiero no pensarlo mucho porque pasan los minutos y ya me están dando ganas de contradecir todas las respuestas que di. Chas gracias.

Vera Czemerinski Autor
+
ver más notas