FREAMING BRITNEY:  Locura, rebelión y feminismo
Sección Cine y series - Revista Llegás
Cine y series

FREAMING BRITNEY: Locura, rebelión y feminismo

24 de febrero de 2021

Framing Britney es un micro documental producido  por el New York Times y  dirigido por Samantha Stark, que muestra la llegada de la princesa pop al mercado, el estallido de su fama, sus primeras crisis, el tratamiento patriarcal y cruel de los medios, como comienza y como está actualmente la nefasta situación de la cantante, en la que desde hace ya 12 años se encuentra en custodia legal total y permanente por un abogado y su representante (hasta el año pasado estaba su padre, quien fue corrido de ese lugar por denuncias por maltratos a sus nietos) Conservatorship es la figura legal en California para nombrar este tutelaje. Una situación muy singular propia de lo ocurre cuándo la salud en todos sus aspectos no es considerado como un derecho.

No me interesa acá su figura pública como estrella del mercado pop del imperio norteamericano, sino más bien como a través de esta figura  se pueden pensar los entramados entre la salud mental, los mandatos de las existencias feminizadas, los órdenes de la normalidad,  las desobediencias y sus castigos consecuentes.

El documental acompaña por años la vida de la cantante. Desde el año 1998 con el debut de su tema My Lonliness, su rápido y vertiginoso ascenso para ser la prometedora sucesora de Madonna.  El nacimiento de su primer hijo, su primera crisis por depresión posparto, en el 2006. La construcción de la figura de Britney como "mala madre", cuando la vieron manejando su camioneta con su hijo bebe en sus piernas. En 2007 el año de peleas con su ex por la tenencia de sus hijxs, de la rapada pública de la cabeza, de las fiestas con las que no quedaba bien salir de fiesta. El año en el que deja de ser la lolita rubia para convertirse en un sujeto que por todos lados gritaba que la dejen en paz. El año de las fotos de la Britney llena de furia y caos. Terminando con el famoso incidente de ella rompiendo con un paraguas el auto de un paparazzi que la acosaba. Escena que causo indignación masiva en los medios yanquis, que recuerda a la indignación de la gente de bien, que se ofende más por las pintadas feministas en las catedrales o en los patrulleros que por el asesinato y descuartizamiento de las pibas. Y para nosotrxs  latinoamericanxs con nuestra historia política y social, un paraguazo en una camioneta parece un chiste. Pero el chiste es que hicieron de eso la degradación total de la princesa del pop.

A partir del 2008 y en adelante Brtiney Spears deja de ser un sujeto político autónomo. Es incapaz legal en todos sus aspectos. No es lo que se puede nombrar como una discapacidad, ni se puede pensar como intervención médica. Lo que llama la atención es su atravesamiento íntegramente judicial. No hay un sujeto que sufre, hay una persona incapaz civilmente.  A pesar de que Britney, a través del intento de ponerse un abogado (intento rechazado por el juez), se opuso a dicha custodia.

En el 2019 luego de que desaparece de las redes por completo, un rumor de una posible internación psiquiátrica despierta la alerta de los fans más leales y conforman el movimiento #freebritney. Quienes se presentaron en la última audiencia del caso de Spears del año pasado, para pedir por la liberación de su situación legal.

Aclaremos que ella no maneja sus finanzas, no decide su trabajo, no decide lo que come, no decide a quiénes ve, no decide sobre sus hijxs. No decide ni lo que la aburre ni tampoco sus placeres. No decide nada. Una verdadera situación de alienación. Una situación de encerrona trágica, término usado por el psicoanalista Fenando Ulloa; situación que enloquece a cualquiera.

¿Alguna vez Britney decidió algo en su vida?  ¿No habrá sido ese año de furia su año más singular, de mayor decisión? ¿No habrá sido esa su única manera de huir de su lugar de objeto?  ¿No habrá sido esa huida su única posibilidad de resistir al arrasamiento subjetivo? ¿Acaso no fué una fuga trunca, un intento imposible, pero intento al fin, de gritarle al mundo "no quiero ser más esa que ustedes quieren que sea"?

Estar en problemas es ser un problema. Lo singular que brota, nace buscando vida, desordenado y ruidoso es leído como algo a ordenar o reprimir. Lo que sintomatiza hay que hacerlo desaparecer. La salud no entendida como potencia de sí, sino como un guión de normalidad. Lo que es leído como locura y desborde fué su posibilidad de existir por fuera de la lógica de ser un objeto vendible, mirable, hablado en el capitalismo patriarcal. Pero no pudo. Y advino el castigo de quien decide rebelarse a las formas de vida hegemónicas.

Pelada, enojada, furiosa, de fiesta y jolgorio, mala madre, loca, bien loca y rebelde ¡Así no Britney! Salida de los parámetros de normalidad, belleza y feminidad, ponía en peligro la maquinaria de hacer dinero en la que se había convertido.

Pero lo más imperdonable, en mi opinión, fué su demostración de enojo, su posibilidad de contestar y de volver cuestionable una situación, que a los ojos del mundo parecía de total normalidad, pero que ocultaba una y otra vez su posición de sumisión a los mandatos no solo de éxito, sino también de género.

Una feminidad que sale del guión de la buena feminidad siempre será objeto de diagnóstico o juicio. Una feminidad que detenta enojo o furia es una feminidad corrida de su lugar en las relaciones de poder de la historia moderna occidental. No se espera en lo que se codifica como feminidad que ese cuerpo detente furia. No es lo mismo para quien es codificado como varón. El varón cis en la historia de la occidentalidad fue aquel que por definición detento potencia viril, furia, guerras, derecho de lo público, la fuerza física, el poder de poseer y colonizar. Una feminidad que detenta furia está en problemas. Una feminidad que desobedece está en problemas. Una feminidad que derrapa, que no cumple y que no está al servicio de lxs otrxs está en problemas. Entonces claro, pareciera que no hay más que medicación, encierro o silencio, si es que nada se quiere cambiar.

En este sentido, elijo pensar que  Free Britney no es solamente un hashtag, ni un logo, ni un pedido de fanáticxs  para que vuelva la estrella a los escenarios. Es un movimiento que interpela una multiplicidad de sentidos cristalizados, que están ahí, coagulando lecturas, análisis y experiencias vitales. Sobre qué es la salud, la normalidad, la feminidad, lo público, las crianzas, las niñeces. Interpela la idea de lo que es considerado "un peligro" y quien tiene derecho a estarlo o generarlo.  ¿Quién tiene derecho a mostrarse con hartazgo, sin control, desbordadx, enloquecidx, frenéticx? ¿O incluso quien tiene derecho a mostrarse por ejemplo rapadx? Como si eso significara una deserción a algo. ¿Las posibilidades de volverse un poco locx son las mismas para una feminidad que para una masculinidad cis?.

¡Britney libre! Libre las Britney latinas, pobres, morenas, mestizas. Libres de enfermar, de gritar, de enojarse, de atravesar crisis, de coger, de salir de enfieste, de equivocarse, de ser las madres que puedan ser, de llevar las vidas que mejor parezca, de enloquecer, de llorar, de reír, de odiar a quien quienes quieran odiar, y libres de amar.

Sofia Guggiari Autor
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