En la ciudad de Buenos Aires han germinado numerosas adaptaciones y reversiones de los clásicos shakesperianos, muchas de ellas notables. En Hamlet de Patagones, obra escrita y dirigida por Analía Tarrío Lemos, la acción se traslada a la Patagonia Argentina, específicamente a una modesta escuelita asediada por el viento y comandada por una tropilla de personajes que parecen salidos de una feria de fenómenos o un circo de excentricidades: un inspector, una directora, un secretario y la señorita maestra. A ese páramo olvidado del mundo llega un estudiante de intercambio extranjero –el joven Hamlet (o Jamlet) proviene de Dinamarca y ahí empiezan los nexos con el original–, quien se encontrará con un férreo adoctrinamiento en las costumbres de lo que se ha dado en llamar “cultura nacional”. Hamlet podría leerse como una obra fantástica o incluso de terror porque en su escena inicial aparece un espectro –el padre del protagonista– para advertirle sobre su asesinato y clamar venganza. En la versión autóctona también hay espíritus, pero son los de los pueblos originarios masacrados. En una tierra sobre la que se derramó tanta sangre nada bueno puede crecer y esta es una de las principales tesis de la obra que surgió en el Teatro-Estudio El Cuervo, durante las clases de Pompeyo Audivert.

En Hamlet de Patagones hay una muy buena idea que no llega a buen puerto porque la ejecución no es satisfactoria; hay fogonazos de buenos momentos y buenos planteos en términos de forma, pero el resultado final no es contundente. El mayor acierto está en una puesta bien pensada que se adapta a los requerimientos del relato: el espacio escénico es al inicio un aula con pupitres, pizarra y mapas que deviene patio escolar y campo de batalla. Las actuaciones no están del todo logradas y carecen de matices para contar la tragedia, las referencias demoran su aparición y dilatan los episodios más conmovedores, que se precipitan hacia el final de manera un tanto abrupta. Hay, sin embargo, una gema que brilla y es la capacidad para poner sobre la mesa las contradicciones de una patria que siempre estuvo rota: los nativos no se reconocen como nativos y esperan en esos parajes desérticos un foráneo que los redima, alguien que los saque de la condición de “barbarie” y les permita ingresar a la anhelada “civilización”. En medio de esas luchas intestinas, la educación aparece como eslabón clave y sin dudas este es un gran momento para repensar el papel de la escuela en tanto aparato ideológico de Estado capaz de reproducir y legitimar las reglas de un sistema que siempre ha favorecido a las clases dominantes.

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HAMLET DE PATAGONES
Actuación: Martin Di Paola, Natalia Hermoso, Lucas Krutnik, Irvin Meza, Fernando Naval, Brenda Peluffo
Dramaturgia y dirección: Analía Tarrío Lemos

ÍTACA COMPLEJO TEATRAL
Humahuaca 4027
Sábados 20.30 h