
El teatro es como un poema en tiempo real.
La dirección escénica es como hacer deporte.
Dirigir es atravesar el dolor.
Esas tres oraciones, que cruzan el aire como lanzas afiladas, pertenecen al libro Teatro comercial. 299 notas sobre dirección y puesta en escena editado en abril de este año por la colección de teatro de Paripé Books. Allí, en su primer libro, Lisandro Rodríguez nos comparte anotaciones breves con un peso considerable: cada una de ellas, luego de ser leída, parece quedarse ocupando el espacio un buen rato. Lorena Vega, quien escribió el prólogo, dice que este libro se volvió su manual de cabecera en las clases que da de teatro. Y Santiago Loza, en el epílogo, imagina jóvenes lectores que se contagian de entusiasmo al leer esas páginas.
Lisandro, quien nació en Quilmes y fundó en 2018 el Estudio Los Vidrios, es director, actor, autor, docente, músico. Dirigió durante quince años Elefante Club de Teatro y tiene un gran recorrido internacional con sus obras y con sus laboratorios de experimentación. Actualmente, actúa en Venado asesino, bajo la dirección de Maruja Bustamante, y dirige La mujer puerca donde actúa Valeria Lois.
En este libro, que pronto será editado y presentado en Madrid, aparecen reunidos los apuntes en torno a su trabajo como director, como actor, como persona encargada de un teatro, como, en definitiva, comerciante. Leer las notas es abismarse, hasta donde nos deja, a su intimidad y a su manera de vivir. A partir del entrecruzamiento entre lo laboral y autobiográfico lo sentimos cercano. El formato de notas breves parece funcionar, por momentos, como bibliomancia: se abre el libro en alguna parte, se lee y se interpreta.
Conversamos con Lisandro como manera de multiplicar las instancias de diálogo que despierta el libro.
¿Cómo surgió la idea de escribir estas 299 notas?
El libro surge a partir de una invitación de David Jacobs, quien era el editor de la Editorial del Instituto Nacional del Teatro. Me propuso hacer un libro sobre dirección porque parecía que había una vacante en relación con eso. Finalmente, el libro no sale por el Instituto porque la gestión de Milei lo vacía, desfinancia la editorial y al editor lo echan. Ahí es donde aparece Paripé, que es una editorial independiente preciosa.
En relación con el proceso de escritura, al principio intenté a través de entrevistas y después aparecieron estas notas que tenía. Tengo notas de muchos años de trabajo y notas personales dispersas. En un momento, se sumó Andrés Gallina, fundamental para el libro. Él afirmó ese tono muy íntimo, muy personal, muy directo. Yo insistí con algunas cosas que me parecían importantes, que tenían que ver con el devenir de esas notas y con el hecho de no nombrar otros autores porque me parecía que desviaba un poco la atención. Entonces, la premisa fue siempre mantenerse en una zona muy concentrada del trabajo, muy artesanal y que tiene que ver con mi forma de trabajar.
¿Tenías una rutina o un método para escribir las notas?
Algunas notas las tenía escritas. Otras las volví a mirar, a leer, a reescribir. Notas escribo donde sea: en mis cuadernos de las clases, de los talleres, en los libros que leo, en el teléfono en un chat conmigo mismo. Suelo escribir cosas en cualquier lado que esté a mano. Tengo un montón de cuadernitos. Me parece que la nota es como una ayudamemoria: el mismo hecho de llevarla a cabo deja una marca en un tiempo y espacio. Que el libro sea de notas es bastante fiel a mi forma de escribir.
También había algo de la escritura de las notas y del libro que, al llevarlo a cabo, me llevaba a preguntarme sobre otras cosas. Después me costaba volver a leer y empezaba a cuestionar determinadas cuestiones que aparecían. A veces me permitía profundizar o abrir una especie de ramificación de alguna nota.
¿Cómo fue el proceso de elección del título que juega con otros sentidos?
Es un poco un chiste y también es un poco una cuestión más técnica del teatro y lo comercial. Como digo en el libro, las salas son consideradas para la ley una actividad comercial. Además, mis otros trabajos en mi vida, o la de mis familiares, tienen que ver mucho con lo comercial, entonces me parecía que hacía sentido y le quitaba cierta pretensión al título. Había algo de Teatro comercial que sonaba bien. Es como un juego porque es un poco paradójico.
Hay muchas formas de hacer teatro y de pensar la actuación o el arte en general. Más allá del dinero o del no dinero, uno no siempre sabe o se mueve bien en determinados lugares. Me parece que muchas veces se piensa la discusión entre teatro comercial o teatro autogestivo/independiente como una cuestión de ética. Puede haber algo de eso que se fue desdibujando en los últimos años porque vivimos cada vez peor y siempre las necesidades materiales son más grandes. Sacando eso del medio, me parece que está bueno también pensar que no todos podemos hacer todo y que no todo es lo mismo. Uno no puede aplicar la actuación, la dirección o el arte en cualquier lugar de cualquier manera. Hay saberes muy específicos que cada uno va adquiriendo.
¿Pensaste en un tipo de lectorx específicx mientras escribías?
El libro pensé que lo iba a editar el INT y que se iba a distribuir de forma gratuita en todo el país. Me parecía entonces que uno de los valores que podía llegar a tener el libro era compartir una experiencia de trabajo muy autogestiva, muy personal. Lo que pienso de mi experiencia es que hacer teatro de forma autogestiva es posible. Es cierto que no es lo mismo hace veinte años que ahora, que cambió mucho el mundo, pero yo sigo creyendo que es posible, que tenemos una capacidad de gestión muy fuerte en este país. Intento ponerlo en valor porque es algo que también aprendí del teatro, de la música. Contagiar eso o reivindicarlo, en términos políticos, artísticos, vinculares, me parece que es importante. Sobre todo, en tiempos cuando cada vez es más fuerte la apatía que produce el sistema y este gobierno en particular, tan cruel y destructivo. La escena, en este caso, nos permite agruparnos, juntarnos, hacer, creer, estar agazapados o expandidos para producir cosas y hacerle frente. Para mí era escribir un libro para compartir, para ponerme yo en circulación con otras miradas, y que algo de eso también me pueda volver y hacer pensar el trabajo.
¿Cómo fue gestándose en la escritura la relación entre lo autobiográfico y aquello ligado a lo público y laboral?
Este libro lo escribo en un momento de mi vida muy triste, de mucha angustia, dolor, cansancio. Es un libro que me cuesta escribir porque lo hice en un tiempo cuando todo me cuesta mucho, cuando casi estoy arrasado por una situación personal. Es un libro que escribo frente a tener que convivir con una situación muy cruel. La crueldad te empieza a agujerear, a hacerte perder de vista, a romperte. Eso aparece en el libro: intentar volverme a conocer, como un gesto casi de resistencia frente al dolor. Finalmente, el teatro es una forma de volverse a conocer cada vez, de hacerle frente a determinadas cosas sumamente dolorosas y que se pueda materializar en algo. No como un ejercicio catártico, sino como un ejercicio político de reconocimiento, de volver a encontrarle un sentido a la existencia. El libro se escribe en esa zona sumamente golpeada y, al mismo tiempo, reivindicativa en el sentido de que el mismo hacer produce un movimiento, como un exorcismo.
Me es imposible hablar del trabajo sin hablar de mí. No es de un lugar biográfico, sino que necesito poder decir de dónde sale esto o cómo pienso para poder hablar de mi trabajo. Además, en términos concretos, mi estudio está en el lugar donde vivo, son muchos años de eso. El libro se gesta entre lo público y lo personal. Creo que el teatro es público y personal, personal para ser público, y así.
Agustina Trupia
ph: Nora Lezano
Teatro comercial. 299 notas sobre dirección y puesta en escena
Autor
Lisandro Rodríguez
Paripé Books
320 pp
2025