Entrevista Lucas Soares
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Entrevista Lucas Soares

¿Qué es esa cosa llamada filosofía?

7 de mayo de 2025

Sobre la divulgación académica y el pensamiento.

En la nueva publicación de Siglo XXI ¿Qué es esa cosa llamada filosofía?, Lucas Soares, docente, académico y poeta, amplía el género de la divulgación filosófica cruzándolo con la poesía, pero no perdiendo la rigurosidad que requiere la academia.

“Si bien me formé y trabajo en la academia, desde que me recibí mi labor docente también incluyó la extensión, esto es, cursos de filosofía destinados a un público más amplio, no especializado. En este sentido, desde hace veinte años dicto mis cursos de Introducción a la Filosofía y Arte y Filosofía en el Centro Cultural Rojas de la UBA, y es a partir de estos cursos que surgió en su momento la idea de la colección de filosofía La revuelta filosófica que dirigí durante siete años para la editorial Galerna. Se trató de un tipo de colección que me gusta llamar de “divulgación académica”, lo cual pareciera una contradicción en los términos por ese lugar común según el cual los académicos se desentienden de la divulgación o hasta incluso reniegan de ella”. En el comienzo de la entrevista, Lucas Soares, hace una buena síntesis de su estatus profesional. Académico, poeta, docente, su trayectoria de cuenta de alguien que ha abarcado un amplio espectro en el campo de la filosofía.

“Divulgación académica, contradicción en los términos”. Oxímoron.

Desde el personaje de Marcelo Subiotto en el film Puan, sabemos que la divulgación filosófica puede llegar al extremo de trans-vestir de Sócrates a un docente para el jubileo de los legos. Sin embargo, Lucas Soares obviamente al tanto de esto, tiene una mirada más piadosa: “Mi experiencia docente con ese tipo de público me dejó en claro algo: que por lo general la gente se acerca a la filosofía a través de un manual o una introducción y se queda ahí, sólo con eso, perdiéndose el pasaje por la fuente filosófica. En este sentido para mí la divulgación filosófica no tiene que ser un fin en sí mismo, sino sobre todo un medio que te haga llegar de alguna manera a las fuentes. Por eso el tono de escritura que pensé para el libro es el de una clase clara y dinámica, sin el acartonamiento y los tecnicismos propios del registro académico.” El libro al que se refiere es su última publicación junto con la editorial Siglo XXI ¿Qué es esa cosa llamada filosofía? Ya desde el título (una pregunta de alguien que reduce a su mínima expresión material una disciplina) y la portada con un estilo de historieta (a diferencia de las formas adustas de cualquier clásico de la filosofía puro y duro) entendemos que estamos  frente a ese género de “filosofía para todos”.

“Siento que durante mucho tiempo la universidad se desentendió del lenguaje de la divulgación, y que ahora estamos viviendo un auge del paradigma divulgativo no solo en humanidades sino también en ciencias exactas. Creo que la divulgación bien hecha, esa que te despierta el deseo de leer y de sumergirte en las fuentes de la disciplina, puede ser una buena puerta de entrada a una carrera universitaria”

Divulgación académica: acuerdo y síntesis.

Pensar: una vieja tecnología.

Es innegable que los best-sellers filosóficos son un género literario, con sus reglas, codificaciones, y objetivos semánticos y de mercado. Pero ¿Qué es esa cosa llamada filosofía? parece interesarse menos por un recorrido cronológico donde un autor ejemplar define una época (estructura modélica de este género)  que por hacer una especie de historia del pensamiento: acaso algo que está en  su ocaso. El nombre de algunos capítulos indican la forma: “El pensar artesanal”, “Pensar contra y a partir de alguien” y” Pensar sobre lo que se sabe y lo que no se sabe”. Como en los casos de Freud, donde el héroe es el abstracto inconsciente (como enigma y causa), en este libro, algo aún más inasible orienta la trama.

Más que una historia lineal de la disciplina y la práctica filosófica parece que el libro fuera una historia del pensamiento humano, y por cierto parecería que tenés un tono nostálgico, como si la actividad de pensar fuera una “vieja tecnología”. ¿Lo ves así?

-Escribir este libro fue para mí una forma de contarme a mí mismo cómo fui pensando la filosofía a lo largo de estos casi treinta años de docencia; cómo la estuve pensado no tanto en función de los autores que enseño sino en términos más estructurales, tratando de entender a qué apunta ese tipo de pensar que llamamos filosofía. Por eso creo que la pregunta “¿qué es la filosofía?” para alguien que la viene enseñando desde hace tiempo implica en el fondo preguntarse “¿qué es la filosofía para uno?”. Porque ahí es donde justamente empiezan a aparecer una serie de condicionantes autorales y textuales que te llevan hacia un terreno definicional o a otro. Siempre tuve claro que no quería que fuera el recorrido tradicional que suelen tener este tipo de libros: cronológico por autor o por temas. Lo más difícil fue poder decirme: este va a ser mi recorrido definicional, un trazado personal, deliberadamente parcial, antojadizo, que cruza a filósofos con artistas y escritores. Porque a mí lo que más me gusta, tanto al escribir como al dar clase, es armar mapas, redes conceptuales y autorales; pensar a partir y con diferentes autores e ideas. En uno de los capítulos del libro planteo la idea del pensar filosófico como una artesanía del pensamiento. Para usar tus palabras, se trata de esa “vieja tecnología” a través de la cual podemos pensar, sin prisa, en y desde la demora, cómo estamos siendo pensados por ese pensar “industrial”, automatizado y acelerado que caracteriza nuestra fase de capitalismo tecnodigital. 

Avanzar retrocediendo.

Pensar sin prisa. Preguntarse no cómo pensamos sino cómo somos pensados. Pensamiento industrial, en serie, ensamblado sin fisuras. Inevitable entonces es el gesto romántico: mirar con los ojos entrecerrados hacia al pesado perdido.

El libro tiene un punto de vista muy anclado en las filosofías más clásicas ¿Por qué te parece que formas de pensamiento con más de 2000 años tienen todavía algo para decirnos?

-Si bien a los fines pedagógicos y curriculares en filosofía solemos periodizar su historia en las fases antigua, medieval, moderna y contemporánea, cuando trabajamos con la lectura, análisis y comentario de una fuente filosófica siempre tratamos de establecer un diálogo entre esa fuente y otras del pasado y/o contemporáneas a ella. Porque al pensar en filosofía todo el tiempo avanzamos retrocediendo sobre las indagaciones hechas por pensadores del pasado respecto de los conceptos y problemas fundamentales de los que ellos se ocuparon y que aún resuenan en nuestro presente. En este sentido, mi forma de trabajo con las fuentes clásicas no es museística, sino que me interesa sobre todo atender a cómo ellas nos sirven para pensar los problemas fundamentales de nuestro tiempo, cómo desde su inactualidad pueden actuar sobre el presente de una manera a veces más actual que muchos de los planteos filosóficos contemporáneos. Por otra parte, al trabajar con fuentes filosóficas modernas y contemporáneas somos por lo general reenviados a autores del pasado que, desde su respectivo marco epocal, ya habían reflexionado sobre los temas de los que aquellas se ocupan. Te pongo dos ejemplos: Hegel cierra su Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio con un pasaje de la Metafísica de Aristóteles; Heidegger abre Ser y tiempo con un epígrafe del Sofista de Platón. Por eso en el libro pienso la historia de la filosofía como un gran banquete donde se dan cita diversos pensadores y pensadoras de distintas épocas para hablar, en una especie de presente absoluto, acerca de un conjunto de conceptos y problemas fundamentales.

Anteriormente publicaste Rapsoda, un libro de poesía, ¿qué lazos encontrás entre el lenguaje poético y el filosófico?

-Antes de ingresar a la carrera de filosofía en la Universidad de Buenos Aires, yo escribía poesía desde los quince años. Así empiezo la cursada: desdoblado entre la filosofía y la poesía. Visto a la distancia, creo que eché el ancla en la filosofía griega porque en ella, de los presocráticos en adelante, es imposible escindir el registro filosófico del poético (incluso en el caso de Platón que se levanta contra la tradición poética griega). Y esta cuestión del uso filosófico de formas literarias es algo que siempre me llamó la atención. Me refiero al empleo que hacen algunos filósofos de símiles, metáforas y analogías literarias (pensemos en Platón, Descartes, Nietzsche, Heidegger, Deleuze, entre otros) para reforzar conceptos y argumentos filosóficos y, en espejo, ese momento en que algunos escritores se sirven de tesis filosóficas para la creación de sus tramas literarias (pensemos en Borges, Gombrowicz, Ursula Le Guin, Clarice Lispector, todos autores mencionados en el libro). Desde los orígenes del discurso filosófico, la forma literaria contribuye al proceso de conceptualización filosófica. De hecho, ya desde la noción misma de filosofía creada por Platón en el Banquete encontramos un ensamble entre los registros mito-poético y filosófico, puntualmente en la concepción del eros-daímon filosófico como hijo de Poros y Penía. Todo esto es lo que explica el entrelazamiento de filósofos con artistas y escritores que hago en el libro para apoyar las distintas caracterizaciones de la filosofía.

Juan Crespo.

¿Qué es esa cosa llamada filosofía?

Autor: Lucas Soares.

Editorial: Siglo XXI

145 Pàgs. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Juan Ignacio Crespo Autor
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